6 dic 2008

Un experimento de mas de 80 años



El experimento mas duradero en el tiempo, es el que empezó en 1927 el Profesor Thomas Parnell de la Universidad de Queensland en Australia para determinar la viscosidad de la brea y que aun no a concluido.

El profesor quiso demostrar a sus estudiantes que algunas sustancias que parecen ser sólidos, en realidad son líquidos de muy alta viscosidad.

La brea parece un solido, y como tal puede ser destruido con un duro impacto.

El ensayo consiste en poner brea en una especie de embudo y según lo que tarde en gotear, determinar su viscosidad respecto a la del agua.

En 1930 (tres años más tarde) el sello del embudo fue roto para que la brea empezara a fluir y caer; a lo largo de una década se formó una gota que cayó en diciembre de 1938, a lo largo del tiempo 8 gotas más han caído:

* 1ra gota: diciembre 1938
* 2da gota: febrero 1947
* 3ra gota: abril 1954
* 4ta gota: mayo 1962
* 5ta gota: agosto 1970
* 6ta gota: abril 1979
* 7ma gota: julio 1988
* 8va gota: noviembre 2000

Hasta la fecha, nadie ha sido testigo de la caída de una gota, pero hay una webcam[http://www.clipmarks.com/clipmark/3D9B4C01-4235-4D8C-8342-1D261E73A2CB/] apuntando al embudo por si quieren probar su suerte.

Desde 1990 el profesor John Mainstone es el supervisor de este tan largo experimento.

El experimento al principio no estuvo sometido a un control de las variaciones térmicas. Lo que ha producido cambios en la viscosidad a lo largo de los años. Poco después de la séptima gota en 1988, se instalo aire acondicionado en el lugar donde esta el experimento. Ahora las condiciones ambientales están controladas, lo que ha alargado el tiempo entre cada gota.

Como primera conclusión se ha podido determinar que la brea es 100 mil millones de veces más viscosa que el agua.

La misma característica la posee el vidrio, pero mucho más exagerada. En las cristaleras de las catedrales góticas se puede comprobar que la parte inferior de la vidriera es ligeramente más gruesa que la superior. Un sólido cristalino es estable de por vida, por sí solo no cambiará jamás su estructura; en cambio, un vidrio no lo es ya que tiende al estado cristalino. En cierto sentido fluye, pero no en una escala humana de tiempo. Si se espera el tiempo suficiente los vidrios de las iglesias terminarán derramados en el piso o se transformarán en un opaco sólido cristalino.

Recientemente se calculó el tiempo que tardaría en aumentar en un cinco por ciento el ancho de la base de un panel de vidrio. La respuesta: al menos 10 millones de años. Comparados con ese tiempo los escasos siglos de vida de los vidrios más antiguos son instantes en los que nada pudo pasar.

Via alterna

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